Cuántas veces hemos gritado eso de ¡bola! y no ha ocurrido, gracias a Dios, nada. Pues muchas veces, y todos los golfistas. Ahora bien, bajar la guardia en este asunto puede resultar peligroso pues este tipo de accidentes suelen ser los más comúnes cuando entramos en un campo de golf.
En ocasiones, como en el caso de Bode Miller, un excampeón olímpico estadounidense de esquí, es producto de una colocación negligente pues no pudo dar el grito de aviso. Miller fue noticia en su país por el fortuito bolazo en un ojo que le propinó a su mujer Morgan, modelo y ex jugadora profesional de voleibol. Ambos jugaban al golf el pasado miércoles.
El relato de los hechos y las fotos, algunas extremadamente impactantes, fueron difundidos rápidamente vía twitter por ambos exdeportistas que han encontrado en el golf un nuevo deporte.
Miller, de 35 años y doble medallista en 2002 y 2010, comenta que tras pegar el ‘driver’ la bola debía volar a una velocidad de 160 millas por hora (257 km/h).
Afortunadamente, Morgan se recupera satisfactoriamente de su lesión grave en el ojo, en donde recibió puntos de sutura y pese a que en un principio se temió que pudiera perder parcialmente la visión.
«No estoy enfadada, pero mi querido marido me ha dado en la cara con una pelota de golf», escribió Morgan en su cuenta de twitter.
Hemos visto por televisión a muchos espectadores sufrir un impacto en el cuerpo apostados tras las cuerdas en un torneo profesional o, más cercano, en nuestro campo hemos sentido cómo una bola nos pasaba rozando las piernas.
El seguro de nuestra licencia correrá con los posibles gastos médicos que se originen de un supuesto impacto de una bola de golf, pero con este tipo de noticias infortunadas como la de Bode Miller y su esposa, y menos mal que sin consecuencias graves, nos debemos concienciar para no bajar nunca la guardia ante el tipo más común de accidente en un campo de golf.