Seguramente se vieran impresionados por las espectaculares imágenes recogidas por la televisión de los espectadores que se dieron cita en el pasado Phoenix Open. Sobre todo en el hoyo 16, donde era imposible ver un solo hueco libre entre la multitud que gritaba y abucheaba -según se lo merecieran- a los jugadores que tomaban salida en este par 3, uno de los más conocidos del panorama mundial. Pero si las imágenes les sobrecogieron espérense a conocer los fríos datos de las personas que hicieron posible la bonita estampa.
Ni más ni menos que 719179 personas es la cifra que se maneja desde el TPC Scottsdale sobre los visitantes que se dejaron ver en el complejo, unos números que asustan y que destrozaron las anteriores marcas tanto en términos diarios como en cómputo semanal -sin ir más lejos el año pasado se rebasaron por muy poco las 650 mil personas, con picos este 2018 que sobrepasaron los cien mil fieles el jueves, los casi 200 mil el viernes y los 217 mil el sábado, récord histórico-.
Un apoyo que se dejó notar durante todo el campeonato, como bien recogió tras la ronda del sábado Rickie Fowler: “Tener una legión tan grande de fans es lo mejor que nos puede pasar en un torneo así. Sí, es cierto que no toda la gente que viene sabe que está teniendo lugar un torneo de Golf, pero están aquí en lugar de haciendo otras cosas. Al final es lo que importa porque estas personas también contribuyen a la promoción del evento”, sentenció el californiano.
En esta misma línea apuntó uno de los jugadores más queridos por parte del púbico, Phil Mickelson. El de San Diego, que no estaba pasando por su mejor racha de resultados, consiguió un Top 5 en este escenario llevado en volandas por la grada del 16. “Este apoyo significa mucho para mí. Es muy útil y muy importante para mi éxito. Creo que ha sido una gran ayuda para entrar en la ronda divirtiéndome”, comentó. Y es que, aunque teniendo a tanta gente hay más posibilidades de que te toque un cafre cerca, no hay nada comparable a jugar con tantos ojos pendientes.