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Tom Watson saluda al público en el 18 del Augusta National. Foto :The Masters
Este viernes, 8 de abril de 2016, se escribía una nueva página en la historia del Masters. Todo un GRANDE, si con mayúsculas, se despedía oficialmente del Augusta National tras 43 años de asistencia de forma ininterrumpida.
Tom Watson, 66 años, acogía con gran emoción cada una de las ovaciones que recibía en cada uno de los hoyos por los que caminaba, algo que no le impidió pelear hasta el final por superar el corte ¡imagínense lo difícil que debe de ser compaginar ambas cosas!, dar las gracias al público y jugar al más alto nivel en uno de los campos más exigentes del planeta.
Cuando Watson cruzó el Sarazen Bridge todavía tenía posibilidades de superar el corte aunque para ello necesitara de tres birdies en los cuatro últimos hoyos. El ganador de dos Chaquetas Verdes cogió los cuatro greens en regulación aunque finalmente no pudo conseguir el objetivo por dos golpes.
Antes de enfrentarse a un último putt desde más de 20 metros, Watson se puso la mano en el corazón y señaló con sus dedos índices al público presente en muestra de agradecimiento. «Las emociones fueron muy grandes. Esto no fue un paseo, siempre que compito intento jugar al golf al más alto nivel», declaró el estadounidense tras anotar dos birdies sin errores en las últimas seis banderas.
«Me quito el sombrero ante la multitud que me mostró su cariño durante todo el día», declaraba Watson en sala de prensa antes de hacer una pausa para ordenar sus pensamientos. «Me siento muy afortunado por todo ese cariño, espero haber sido capaz de mostrarle el mío durante todo este tiempo por todos esos campos de golf», añadía emocionado el jugador.
Pero esta no fue la única despedida, el ganador del Masters en 1991 Ian Woosnam también dijo adiós al Augusta National. El galés que solo ha faltado en una ocasión desde 1988 dijo que: «Esta ha sido mi última vez. No estoy con la forma suficiente como para jugar aquí, la lesión de espalda que arrastro tiene la culpa. El dolor que me produce al realizar el swing me impide mover el palo correctamente, así que es hora de decir adiós», añadía.
