“Las promesas están para cumplirlas” es una frase que todos hemos escuchado en más de una ocasión. ¿Quién no se ha jugado alguna vez algo con un amigo y al final ha tenido que cumplirlo al perder la apuesta? El golf tampoco se libra de estos pequeños pronósticos y, de vez en cuando, salta a la luz alguna historia de los jugadores con sus contrincantes –o con sus caddies, como es el caso de la siguiente noticia-.
El protagonista de la misma es el reciente ganador de la Jarra de Clarete, Henrik Stenson, que hace un año mantuvo una larga charla con su caddie, Gareth Lord, sobre qué sería capaz de hacer su mano derecha si el sueco era capaz de imponerse en un Major. “Dejaría de fumar”, apuntó el caddie, sin saber que acababa de “condenarse” a vivir toda una vida alejado del humo de los cigarrillos –algo con lo que, por otra parte, ganará en calidad de vida-.
Stenson no se quitó ni un momento la apuesta de la cabeza. Ni siquiera durante la disputa de la última ronda del domingo, cuando en el hoyo 7 los nervios provocaron que Lord abriera la cajetilla y se acercara uno de sus cigarros a los labios. “Espero que lo disfrutes”, le afirmó el nórdico, “porque tienes unas dos horas y media de margen”, sentenció.
Dicho y hecho. El -20 de Stenson le sirvió para batir de manera extraordinaria el récord de Tiger en el año 2000 en Saint Andrews y para alejar a su caddie del vicio. “Obviamente el peligro estaba ahí. Desde que acordamos la apuesta supe que él podría conseguirlo. Él ha cumplido con su parte del trato, ahora me toca a mí hacerlo con la mía”, comentó Lord ante los periodistas una vez finalizó la ronda.
Dice el refranero popular que un hombre vale lo que vale su palabra, y aquí tenemos una clara muestra de honestidad. Pero conociendo a su jefe, no nos extraña lo más mínimo lo que ha hecho. A fin de cuentas, Stenson apareció la mañana del lunes por Suiza en un evento benéfico organizado por Sergio García aunque 12 horas antes estuviera levantando la Jarra de Clarete. Una promesa es una promesa.