Nadie puede decir que a Rickie Fowler no le ha marcado la experiencia de los Juegos Olímpicos. Es cierto que no se dio todo lo bien que hubiese querido sobre suelo carioca –finalizó en el T37 tras no poder superar el par del campo-, pero lo que vivió esos días en Río de Janeiro ya forma parte de su currículum y de las vivencias que dentro de unos años le narrará a sus hijos. Tanto es así que ha optado por tatuarse los anillos olímpicos en su brazo derecho.
Como ya hiciera en el brazo izquierdo con el nombre en japonés de su abuelo, el golfista californiano ha querido rendirle tributo a una competición que ha marcado su vida deportiva y en la tarde del jueves acudió junto a su amigo Sam Dorman –saltador olímpico- para inmortalizar ese momento en su piel. Y es que tenía que celebrar de algún modo su elección para el equipo norteamericano de la Ryder.
Forever Olympians @RickieFowler pic.twitter.com/unkO3y8JYQ
— Sam Dorman (@Sam_Dorman1) 15 de septiembre de 2016