Es una semana especial para el jugador dublinés, de esas que llevaba mucho tiempo sin poder sentir. Para ser exactos un año y ocho meses, el tiempo que no levantaba un trofeo. Lo hizo por última vez en el PGA National Golf Club de Florida, el lugar donde ganó a Daniel Berger en el PlayOff para llevarse a casa el Honda Classic. E incluso si hablamos del circuito europeo, hemos de retrotraernos siete año más en el tiempo. En definitiva, que el jugador de 45 años se quitó en Portugal un peso de encima y, de paso, unas cuantas canas.
Su triunfo en Vilamoura posibilitó que los periódicos anglosajones comenzaran a meter presión para que, después de dos vicecapitanías en el equipo europeo de la Ryder Cup –y aprovechando que en cuestión de unos meses se anunciará el golfista que tome el relevo de Darren Clarke en París- accediera a ser el timonel del viejo continente. Sin embargo, el irlandés lo tiene muy claro, y ha rechazado categóricamente esta posibilidad, pues quiere disfrutar de los años que le quedan como golfista e intentar clasificarse por sus propios medios para la cita en Le Golf National.
“Asumir las funciones de capitán es un enorme sacrificio. No hay más que ver a Paul McGinley, que invirtió tres años y medio de su vida en ese trabajo. Honestamente, y siendo algo egoísta, quiero seguir sintiéndome jugador de golf. Si acepto la capitanía nadie me va a devolver después a los 45 ó 46 años, así que tengo claro que quiero seguir jugando e intentaré a través de mis resultados hacerme un hueco en el equipo”, sentenció el jugador en unas declaraciones posteriores a la victoria en el último evento de la temporada regular en el circuito europeo.
La decisión se conocerá en breve y, de momento, dos nombres sobresalen por encima de los otros como principales candidatos a hacerse con el puesto. Se trata del malagueño Miguel Ángel Jiménez y del danés Thomas Bjorn, que tras su cuarta vicecapitanía está listo para asumir la difícil tarea de devolver la Ryder Cup a Europa.