Una de las reglas de cortesía fundamentales en el Golf –que se hace extensible a cualquier otro deporte- es que no se debe desconcentrar al jugador que está preparando el golpe. Ni sonidos con objetos, ni movimientos bruscos ni, por supuesto, hablar están permitidos durante estos momentos cruciales. Y ni qué decir tiene que menos aún si con estos ruidos se buscar mofarse de alguien, más que nada porque el karma siempre está al acecho para impartir justicia.
Les sucedió a unos amigos que se encontraban hace unos días en un campo de Golf. Uno de ellos, palo en mano –este hecho es importante- preparaba su stance cuando el otro, detrás de él y grabando con la cámara, comenzó a meterse con él y criticar su poco depurado swing. El golpe, rodeado de tantos elementos de despiste, no salió bien, con la mala fortuna de que, al balancear el palo más de la cuenta se fue hacia atrás y encontró el cuerpo de su compañero troll. Karma en estado puro.