En el último mes hemos pasado de verle perder la tarjeta del circuito norteamericano por no ser capaz de pasar el corte en su último torneo –aunque después la recuperó in extremis- a pelear por conseguir la victoria en el PLAYERS y sumar el segundo mayor cheque de su dilatada carrera con algo más de 900 mil dólares tras empatar en el segundo puesto con el sudafricano Louis Oosthuizen.
Aunque, bueno, quizá la expresión pelear por la victoria se queda un poco grande a tenor de todos los comentarios suscitados por aficionados y profesionales sobre cómo encaró Ian Poulter la parte final de su vuelta el domingo, que muchos tacharon de demasiado conservadora –máxime cuando a falta de cuatro hoyos la distancia que le separaba del surcoreano Si Woo Kim era de tan solo dos golpes-.
Y lo cierto es que quedó patente en algunos momentos en los que el inglés podía haber atacado la bandera y prefirió quedarse en la retaguardia. Como en el par 5 del 16 donde, tras un primer golpe al rough, en su segundo intento se olvidó de la bandera y prefirió colocarla en calle, algo que el dos veces ganador en Sawgrass Steve Elkington le recriminó a través de su perfil de Twitter. “Poulter no intentó en ningún momento ganar, y la mayor prueba está en su segundo golpe del 16”, comentó el australiano.
Pero no fue el único. Más tarde, Brandel Chamblee de Golf Channel se preguntó esto mismo a través de sus approaches del 16 y del par 3 del 17. “En la penúltima bandera Poulter se limitó a colocarla en el centro de green. No quiso asumir ningún riesgo. Es un disparo que ni le ha costado dinero, ni puntos en la clasificación mundial… Eso sí, no jugó para ganar”, acertó a decir el analista, algo que ha parecido molestarle al jugador, que en la rueda de prensa previa al Byron Nelson no quiso hacer ningún tipo de declaración al respecto.
“No vamos a hablar de eso. No interesa. No interesa y, además, no estoy dispuesto a seguir avivando la llama. Yo juego siempre para ganar. Fin de la historia. Buen intento, de verdad. Muy buen intento”, le respondió al periodista de ESPN Jason Sobel, a la vez que dio una palmada mientras pronunciaba sus últimas palabras. Y es que no debe ser plato de buen gusto que alguien ponga en duda tu profesionalismo.
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