Nunca pensé que Sergio García, con 32 años, se viera a sí mismo incapaz ya de ganar alguna vez un ‘Grande’. No sé qué tiene Augusta para Sergio, pero extrae de su interior, cuando se suelta, sus pensamientos al desnudo.
Elogio y admiro la sinceridad de Sergio tras una frustrante tercera ronda en el Masters, de igual manera que cuando, hace dos años, dijo en voz alta que este campo le parecía injusto.
En ambos casos, el golfista de Castellón dijo lo que pensaba, y eso no me parece mal. Podemos, quizá, tildar sus palabras como inconvenientes, pero su fondo y forma son respetables e indican un buen camino para conocerse mejor a sí mismo en este mundo en el que confunde la hipocresía circundante.
Es comprensible que Sergio García tuviera ese impulso de arrojar la toalla, en arrebato de frustración, y que renegase del Grand Slam por creerse incapaz después de 13 años de tentativas frustradas. Es normal. Su talento es tan enorme que ni él mismo entiende cómo otros, con peor nivel, ya lo han conseguido y él todavía está en la fila.
Si Sergio tuviese 45 años o más entenderíamos mejor ese tipo de reflexiones, pues ese es el momento en el que los golfistas empiezan a notar las señales del paso del tiempo en su cuerpo, que en definitiva es su máquina de trabajo.
Pero la maquinaria de Sergio está perfecta a sus 32 años. En ese cuerpo hay todavía muchos kilómetros de golf y salud, y quizá, como él mismo advirtió, sea una cuestión psicológica. Opino, como él, que por ahí van los tiros.
El furgón de la elite del golf moderno cada vez está más concurrido (en el Masters se contaron hasta 15 favoritos), y sin preparación mental de primera magnitud es muy difícil llegar listo a los últimos 9 hoyos de un domingo de Masters, Open o PGA.
El golfista de pensamiento autodidacta se terminó. En el siglo XXI, para ganar un Grande no hay más que poner grandes remedios: técnica, táctica, condición física y preparación mental. Sergio es sobresaliente en las tres primeras, pero debe madurar y trabajar en la última.
Y para quien crea aún que Sergio García tiene razón después de mirarse en el espejo analicen este dato: Bubba Watson ganó el Masters con 33 años, uno más que el jugador de Borriol, y la media de edad para ganar por primera vez en Augusta supera los 32. ¿Me creen ahora?
Autor: Toni Tomas Redactor Agencia EFE