Llegó el día. Casi diez meses después el californiano volvió a los campos. Pero no fue un regreso normal. Woods (69 golpes, -3) sabía que muchas miradas estaban puestas sobre él y, pese a tratarse de un torneo con cuatro rondas aseguradas, el estadounidense no quiso dejar nada a la improvisación y fue a por la victoria desde el principio. Fruto de ello jugó un Golf de muchos quilates que sorprendió a medios y aficionados. «¿Es este el Tiger que ha estado sin competir tanto tiempo?». Se preguntaban los fans… Y no es para menos.
Y es que a tenor de lo que ha demostrado en estos primeros 18 hoyos sobre la hierba de Albany cualquiera diría que el estadounidense apenas ha jugado cuatro torneos en los dos últimos años. Solo cometió un par de errores –uno de ellos especialmente doloroso, por el chip de eagle en el 9 con el no encontraba al green y los tres putts que necesitaba– y sus luces brillaron más que sus sombras.
Atinado en los greenes y con una soltura que pocos imaginábamos en el swing, Tiger demostró que su vuelta está destinada a ser algo más que un mero tributo a su carrera. El tres bajo par habla mucho y muy bien de él y en estos momentos se encuentra ocupando la octava plaza de la clasificación, a solo tres golpes del líder Tommy Fleetwood (66 golpes, -6).
El inglés fue el único en llegar a los 66 impactos y con seis birdies sin fallos sigue alargando su halo de campeón de la Race to Dubai mientras ve por el retrovisor cómo Rickie Fowler (67 golpes, -5) y Matt Kuchar (67 golpes, -5) esperan agazapados su oportunidad.