Hacía tiempo, muchísimo tiempo que Tiger no se levantaba como lo ha hecho este lunes. Alejado de los dolores en su maltrecha espalda y disfrutando de la vida como golfista profesional. Porque aunque hace un año lo intentó por estas mismas fechas la comparación, como suele decirse habitualmente, es odiosa. Ya no solo por los números -en esta ocasión el estadounidense cuajó un nada desdeñable noveno puesto gracias al ocho bajo par en 72 hoyos-, sino por las sensaciones mostradas en el campo… y fuera de él.
Y es que el ex número 1 del mundo quiso hacer en la rueda de prensa posterior a su vuelta del domingo un balance de lo vivido esta semana en New Providence. Y el resultado no ha podido ser más satisfactorio, en palabras del propio Tiger. “Estoy muy emocionado”, reconoció. “Durante todos estos días he tenido la adrenalina por las nubes y, en general, estoy muy satisfecho con los resultados. Sabía que iba a ser capaz de jugar las cuatro rondas, eso no iba a ser un problema. Lo que me preocupaba era cómo iba a llevarlas a cabo”, continuó.
Pero todas las dudas se despejaron ya en la jornada del jueves. “Todavía le puedo pegar bien con los hierros, convertí algunos buenos putts y me sentí bastante cómodo con el driver toda la semana. Mostré buenas señales, realicé algunos muy buenos tiros y, en definitiva, creo que hay un futuro brillante”, señaló.
Y una vez superada la prueba de fuego, toca hablar de su calendario de cara al 2018, un año en el que tanto él como sus miles de fans esperan verle en acción por el PGA Tour. “Nos sentaremos para hablar de ello y ahí decidiremos dónde voy a comenzar, cuánto voy a jugar, los períodos de descanso y los ciclos de entrenamiento. Quiero jugar el próximo año, pero todavía no sé nada al respecto”, sentenció.
Unas palabras que nos llenan de alegría y que nos permiten soñar con ver su nombre próximamente en la parte de arriba de la pizarra de algún torneo.