Si está donde está a sus 24 años -número 2 del ranking y a solo el PGA Championship de hacer historia en el mundo del Golf consiguiendo el Grand Slam– le tiene que dar gracias a su extraordinario juego corto. Y es que desde que comenzamos a verle conquistar Grandes allá por 2015, nos asombró la capacidad del texano para sacarle rédito a sus oportunidades en el greeen, independientemente de la distancia. Sin embargo esto ha acabado jugando en su contra pues, ahora que sus estadísticas no son tan superlativas como las de años anteriores, el estadounidense parece haberse obsesionado con este área de su juego.
“Definitivamente tengo mucho trabajo que hacer con el putter”, comentó a los medios en una reciente entrevista tras el T18 logrado en el Sony Open, torneo que le dejó una sensación amarga después de haber desperdiciado numerosas ocasiones de acercarse a la cabeza, sobre todo el sábado. “Creo que acabé cerca del puesto número 100 en cuanto a los números en el green. Estaba sobre el 95 y metí un par desde unos tres metros, pero acto seguido fallé otros dos desde distancias menores. Así que hay mucho en lo que trabajar, es tan simple como eso. Todo lo demás en mi juego está bien”, comentó un Spieth algo molesto.
Y no es para menos. Ya en Kapalua terminó en el 30º puesto entre 34 jugadores y cada vez siente el aliento de Jon Rahm más cerca en la clasificación global. “Todavía no podemos sacar conclusiones elaboradas. Ya dije que iba a jugar el primer evento de la temporada sin grandes expectativas, pues estuve enfermo la mayor parte de diciembre. Tendrán que pasar por lo menos ocho o diez rondas para ver hasta dónde soy capaz de llegar y entonces actuaremos en consecuencia”, sentenció.
Spieth no volverá a la competición hasta el Phoenix Open de la primera semana de febrero y Jon Rahm tiene en unos días el primer match ball en el Career Builder Challenge para tratar de permutarle el puesto al estadounidense. Hay que aprovechar que todavía no le ha tomado el juego al palo…