No se nos caen los anillos al reconocerlo: el putt que embocó Tiger en el 17 de Innisbrook Resort durante la ronda del domingo lo empujamos muchos desde casa. Todos, absolutamente todos los que amamos este deporte queríamos que entrara y que el ex número 1 del mundo llegara con posibilidades de, al menos, forzarle el desempate a Paul Casey en la última bandera del torneo. En este misma línea apuntó su caddie, Joe LaCava, que reconoció su felicidad a pesar del segundo puesto final: “Todo lo que queríamos es una oportunidad en el 18. Fue lo que tuvimos y me alegro enormemente”.
Poco importó que Tiger cuajara una ronda con apenas dos birdies y que mandara al limbo las tres-cuatro oportunidades claras que tuvo de cambiar el final del evento, el californiano llegó al 72 dependiendo de él mismo para mandarlo todo a la muerte súbita y, aunque al final no lo hizo -no hay que olvidar tampoco que la última bandera del Nido de Serpientes fue la más complicada del día- se marcha satisfecho después de volver al podio en el PGA Tour.
“Es una lástima, porque tuve una oportunidad de conseguirlo. Desafortunadamente, hoy no me sentí cómodo con los hierros y tuve que jugar un poco más conservador”, confirmó a los medios el 14 veces ganador de Major, que ha visto cómo volvía a dar otro gran salto de 239 puestos en el ranking mundial para retornar entre los 150 mejores jugadores del mundo.
Y es que con este son cuatro los torneos en los que la leyenda estadounidense ha participado en el siguiente curso, con un T23 en el Farmers, un 12º puesto en el Honda Classic, el T2 en el Valspar y solo la sombra del corte fallado en el Genesis Open. Una racha que intentará prolongar en el Arnold Palmer que arrancará el próximo jueves en Orlando.