El norteamericano jugó como los ángeles sus nueve últimos hoyos… Y a las pruebas nos remitimos. El zurdo mantuvo la calma pese a ir cuatro abajo a falta de nueve hoyos y fue recompensado con un merecido triunfo
Pocos podían llegar a imaginar llegado el hoyo 10 de la vuelta de Bubba Watson que tendríamos un final de torneo como el que vivimos hace unas horas en el Travelers. Hasta ese momento el zurdo de Bagdad llegaba a sus segundos nueve hoyos con tres birdies y un solitario bogey en la cartulina, lo que le dejaba a cuatro golpes del por entonces líder Paul Casey. Watson necesitaba algo para activarse y seguir creyendo que el triunfo era posible…
Dicho y hecho. La señal llegó en el mismo 10 con un increíble chip desde unos quince metros cuando muchos dudaban siquiera de que pudiera conseguir el par. Y es que la bola se encontraba en la parte de atrás del green, a pocos metros de bandera y con la obligación de salvar un pronunciado piano. Pero las manos de Bubba tienen magia. Botó la bola justo donde tenía que hacerlo y esta fue rodando hasta el hoyo en el gran golpe de la jornada.
