Frecuentemente caen las hojas del calendario deportivo sin pena ni gloria, sin impacto mediático, porque nuestros deportistas no han sido los mejores en una carrera, no han logrado un récord, alcanzado la cima o, como en el caso del golf, no ganaron un torneo. El valor que se le otorga a una medalla de bronce o un diploma es cada vez menor. Así ocurre. O se gana una competición, o el segundo pasa a ser inmediatamente el primero de los perdedores.
Durante este último fin de semana (12-13 de mayo), el golf español ha combatido con gran número de representantes en todos los frentes competitivos (cinco) que se desarrollaban en Europa. En todos hubo, al menos, un español peleando por llegar el primero en el esprint, pero en ninguno hubo suerte. Y todo ese trabajo, en general, ha caído en saco roto.
Me opongo a que así suceda. Pocos serán los domingos en los cuales el golf español acumule tantos jugadores en disposición de ganar un título en Europa, aunque después ningún trofeo pase el arco de seguridad de un aeropuerto en el regreso a casa.
Carlos del Moral (en Madeira), Carlota Ciganda (LET de Turquía), Carlos Aguilar (Challenge en Bretaña), Jesús Legarrea (Alps de Venecia) y Juan Quirós (senior de Mallorca) jugaron los 18 últimos hoyos de sus respectivos torneos con claras posibilidades de colocar la bandera de España en el punto más alto de las pizarras. Podría haber sido un cinco de cinco, pero acabó por ser un cero de cinco.
El balón no quiso entrar, si quiera una vez. El golf español quedó huérfano de títulos en todos los frentes y, por ello, el silencio en los medios. Sin embargo, OpenGolf subraya ese trabajo como un éxito global de un ‘domingo negro’, y analiza que todo ello es un claro síntoma de que nuestro golf profesional goza de muy buena salud. Tanta, que seguro que pronto entrará el balón entre los tres palos.
Autor: Toni Tomas Redactor Agencia EFE