Cientos de personas dieron su último adiós este domingo en Cantabria a Celia Barquín, la joven promesa española asesinada el pasado 17 de septiembre en un campo de golf de Iowa, en Estados Unidos. La iglesia de la Virgen Grande de Torrelavega se tiñó de amarillo con lazos, flores y coronas de este color, el favorito de la golfista española.
Compañeras de Celia, miembros de la Federación Española de Golf y territoriales, representantes de diferentes instituciones políticas así como un nutrido grupo de personas que lucían lazos amarillos igual a los que portaban todos los jugadores esta semana en la Ryder Cup arroparon a Marcos y Miriam, padres de Celia, su hermano Andrés y su novio Carlos sentados en primera fila ante el féretro situado en el altar sobre el que se colocaron dos fotos, dos palos de golf y un ramo de rosas amarillas.
Durante la ceremonia se destacó el carácter «luchador y valiente» de Celia y su novio la describió como una mujer «increíble» que le dio los «mejores momentos de toda su vida«. «Me enseñó a ser mejor persona. Sabíamos dónde nos íbamos a casar, el nombre de nuestros hijos, dónde íbamos a vivir«, relató Carlos entre lágrimas.
El funeral finalizó con el féretro saliendo de la iglesia entre lágrimas y con una fuerte ovación de las cientos de persona que se congregaron en la plaza junto al templo de la Virgen Grande de Torrelavega, la misma iglesia en que fue bautizada Celia Barquín. Tras el funeral, los restos mortales fueron incinerados en la intimidad.