Después de verle desaparecer de los mejores torneos del mundo tras casi tres años y medio sin victorias, el Corales Puntacana Resort and Club Championship ha vuelto a ver reinar en un campo de golf al norirlandés Graeme McDowell. Vale que se trataba de un torneo menor al disputarse en paralelo al WGC-Match Play que estaba teniendo lugar sobre la hierba del Austin Country Club, pero como suele decirse: una victoria es una victoria. Y más aún de la manera en la que ésta llegó.
Pues tras una primera jornada con 73 impactos que lo colocaban al borde de la eliminación prematura en la República Dominicana, el europeo salió a flote con un poderoso juego que lo llevó directo a plasmar en su cartulina dos rondas consecutivas con 64 golpes. Un argumento bien fuerte para colocarlo en una de las primeras plazas antes de encarar el último día de competición.
Y aquí es donde salió el carácter de un jugador que acumula desde principios de siglo una decena de victorias en el European Tour. En la última ronda supo fijar al canadiense Mackenzie Hughes y al estadounidense Chris Stroud, sus dos grandes rivales en lo alto de la tabla, para sentenciar el torneo en la penúltima bandera. De poco sirvió que del 18 saliera con bogey, pues los dos norteamericanos también acabaron sellando con error la última bandera del recorrido en un final tan emocionante como inesperado.
Un triunfo que vuelve a situar a G-Mac entre la élite europea y que le permitirá gozar de otra oportunidad con los mejores del mundo en los próximos meses. Ahora depende de él aprovecharla.
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