Tras muchos meses, y hasta años, hablando y hablando sobre el juego lento y qué cosas deberían hacer los circuitos para impedir que los jugadores continuaran ejerciendo esta mala práctica, Boo Weekley ha sido el encargado esta semana de mostrarle al mundo que es posible llevar a cabo una ronda de golf en un tiempo extraordinariamente inferior al que vienen desempeñando los jugadores durante una jornada normal de campeonato. Y no, no es que fuera corriendo de un punto a otro como si tratara de batir un récord, simplemente visionaba el golpe, cogía el palo apropiado y golpeaba.
Nada más y nada menos que dos horas y cuarto es lo que tardó el jugador estadounidense en completar los 18 hoyos de Muirfield Village durante la cuarta y última manga del Memorial, un tiempo que le permitió a eso de las 10 y media de la mañana estar ya con la cartulina entregada habiendo salido a las ocho. “Seguro que sus números se resintieron”, podrían pensar. Pero nada más lejos de la realidad. El veterano jugador de Florida entregó un 73, su segunda mejor ronda de la semana, gracias a cuatro bogeys y tres birdies.
De hecho, KJ Choi y Norman Xiong, los dos competidores que salieron en el penúltimo encuentro del día solo cinco minutos después de que lo hiciera el norteamericano, marchaban por el hoyo 13 cuando Weekley ya había dado por finalizada su ronda de juego. Una vuelta que, si bien es cierto que no lo coloca en el podio de golfistas más rápidos de la historia -en este grupo deberíamos incluir a Wesley Bryan y a Kevin Na-, sirve para poner de manifiesto que un nuevo golf sin interrupciones innecesarias y constantes es posible.