Después de una larga temporada con 23 torneos del Korn Ferry Tour y seis participaciones en el PGA Tour, después de ganarse la tarjeta con una victoria en el Korn Ferry en Colorado, el golfista argentino Nelson Ledesma, originario de Tucumán, llega cansado, pero en una progresión ascendente al Mayakoba Golf Classic, que se disputa esta semana en la costa caribeña mexicana.
“La experiencia del PGA Tour es muy linda. Las canchas no han cambiado tanto, aunque la presión de querer arrancar bien me hizo pensar en cambiar todo al principio de la temporada”, dice Ledesma, que se estrenó en las grandes ligas con cuatro cortes fallados, hasta que logró llegar al fin de semana en el Houston Open (T74) y terminar entre los 30 primeros en el Bermuda Classic.
“Cambié los palos con los que había ganado en Colorado y creo que lo hice porque de repente tienes todo lo que quieres. Eso confunde mucho”, señala el tucumano de origen humilde, abrumado por las atenciones y las prebendas que ofrecen las grandes ligas del golf.
Ledesma, que recuperó sus viejos palos en el torneo de Houston, empezó a jugar al golf de niño con un hierro 9 que le regaló su padre, encargado del cuarto de palos de Las Yungas Country Club, donde Nelson competía en la zona de prácticas durante horas con sus primos. Uno tenía con un hierro 5 y otro un hierro 7.
“Mi papá siempre estaba allí para ayudarme y darme consejos. Había pelea cada día, porque me quería ayudar y yo no me dejaba. Cuando empecé a tomar clases con un profesional, me di cuenta de que me enseñaba las mismas cosas que me quería inculcar mi papá”, reconoce años después Ledesma.
Siguiendo los pasos de otros notables golfistas tucumanos, Nelson dejó los estudios y empezó a trabajar de caddie con 12 años, con cierta resistencia de su madre y el apoyo incondicional de su padre.
“Le veía las condiciones. Le apoyamos sin que supiera nuestras necesidades, aunque nos costaba. Yo no quería que dejara de practicar. Toda la familia colaboraba”, comenta David Ledesma sobre los primeros años en el golf de su hijo, que se hizo profesional con 16 años.
Después de una ronda con el dueño del Country Club en la que Nelson hizo siete golpes bajo par en nueve hoyos, se armó un grupo de mecenas encabezado por el célebre golfista profesional César Monasterio.
“Como muchos que quedaron el camino, se le veía con muchas ganas y siempre practicando. Un día lo vi pegar y le vi talento con 15 años. Con los defectos y virtudes que tuvimos le pudimos ayudar en su momento”, recuerda Monasterio.
“Tuve mucha suerte por tener a Monasterio y Romero en Tucumán”, comenta Ledesma sobre César Monasterio y Andrés Romero, otro notable golfista tucumano. “Fue la mejor motivación. Quería jugar como ellos, vivir como ellos, viajar como ellos. Al principio pensaba que era más lindo, pero ahora no tanto”.
El tímido y callado grandullón tuvo dificultades en sus inicios en el PGA TOUR Latinoamérica, donde pensó que “iba a ser más fácil”. Su suerte empezó a cambiar en 2016, cuando “cambió de mánager y se armó un buen equipo que me ayudó a saber lo que quería y a dónde quería llegar”, explica Ledesma.
“Vas a tener todo lo que necesites. Solo tienes que trabajar y el único problema que vas a tener es que no vas a tener excusas”, le dijo su nuevo mánager, Adrián González, que también representa al chaqueño Fabián Gómez, compañero del PGA Tour.
De hecho, otro tucumano, Adrián Núñez, el caddie de Gómez y antes de Andrés Romero, facilitó el cambio de aires y de estructura para Nelson Ledesma, al que conoce desde niño cuando lo acompañaba a la escuela.
“Siempre ha tenido distancia y calidad en el swing y los golpes. Los jugadores que lo ven en el Tour dicen que tiene el clásico swing a lo Ángel Cabrera”, señala Núñez en referencia al ganador del US Open de 2007 y The Masters de 2009, otro argentino de origen humilde que empezó haciendo de caddie de niño.
“La mayoría de los argentinos hemos sido caddies y cuando volvemos a casa regresamos al lugar de donde salimos, con los mismos amigos y con los mismos asados”, comenta Nelson Ledesma.
Al tucumano de 29 años le queda el Mayakoba Golf Classic de esta semana y el RSM Classic de la próxima semana, antes de poder reencontrarse con su hijo Lorenzo de 4 años y disfrutar de los asados con la familia y los amigos y un descanso bien merecido.
Nelson Ledesma no se quiere poner muchas metas para 2020 y solo se plantea seguir progresando “siempre paso a paso y con la cabeza bien puesta”. Por su parte, su mentor, César Monasterio, apunta más alto para su joven discípulo.
“No tiene techo en el PGA Tour, siempre y cuando él se lo proponga. Tiene que entender que está en la Premier League del golf, donde no solo hay que jugar bien, también hay que creérselo y no asustarse. Nadie le ha regalado nada, se lo ganó”, sentencia el veterano de los golfistas tucumanos.