Andrew Landry gana el American Express en una tarde de locos que terminó en un apretado final

El americano, que hasta el 13 había logrado seis birdies sin fallos y se encaminaba a su segunda victoria, acabó dejándolo todo abierto

El estadounidense se estrena en la gira con un triunfo muy sufrido en La Quinta. Foto: @PGATour

Después de que venciera en el Valero Texas Open de 2018, Andrew Landry (67 golpes, -26) no había tenido la segunda victoria tan cerca hasta esta semana. Ha tenido que ser en el American Express, sobre la hierba de un complejo histórico como el Stadium Course y después de un día de emociones fuertes que se acabó decidiendo a última hora. Y es que, a pesar de que durante muchos momentos parecía que el americano se iba a imponer sin contratiempos, un bache en el juego sumado a la inspiración de Ancer (63 golpes, -24) estuvieron a punto de jugarle una mala pasada. 

De hecho, nadie auguraba llegado el tee del 13 -cuando hasta el momento Landry presentaba una cartulina con seis birdies sin errores y alcanzaba el 27 bajo par- que el torneo tuviera más historia. Es más, todos apuntaban que el norteamericano se dedicaría a ver pasar los hoyos hasta que la 72ª bandera le otorgara el campeonato. Sin embargo, las cosas se complicaron cuando menos lo esperaba después de que tres bogeys consecutivos en el 13, el 14 y el 15, unidos a los birdies del mexicano, pusieron todo empatado a falta de tres banderas para que el americano llegara al final de su recorrido.

La primera la desaprovechó al anotarse el par en el asequible par 5 del 16 y todos comenzaban a firmar el desempate o apostar porque el triunfo se lo pudiera llevar finalmente el mexicano. Pero el Golf es muy caprichoso y cuando peor lo estaba pasando Landry se armó de valor para jugar sus dos mejores hoyos del día. El primer zarpazo llegó en el par 3 del 17, después de dejar la bola a escasos dos metros de bandera tras un lanzamiento desde el tee colosal. 

Y la rúbrica llegó en el 18 tras clavar la distancia con los palos en los dos encuentros. Latigazo desde la salida al centro de la calle y dardo con el hierro para volverse a dejar los dos metros de rigor con el palo corto. Landry convirtió y se estrena en este curso en el mejor circuito del mundo en un escenario que recordará toda la vida.

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