Si la cara es el espejo del alma, la que puso Justin Thomas nada más embocar el eagle en el hoyo 1 denota la de una persona de haberse librado por los pelos. Y es que el estadounidense, que venía de convertir cuatro birdies consecutivos en las últimas banderas de la primera parte de su recorrido, se enfrentaba a este complicado putt después de haber conseguido llevar la bola directamente hasta el green tras un misil de 305 yardas. Un purito que tenía como principal complicación la velocidad. Thomas debía darle la fuerza justa para no excederse y, lo cierto es que lo hizo de maravilla.
Eso sí: menos mal que entró por todo el centro, porque nadie sabe dónde podía haber acabado esa bola si no llega a encontrarse el agujero por medio. El resoplido lo dice todo.