Ahora que desde los medios de comunicación, pasando por la Organización Mundial de la Salud hasta llegar al Gobierno nos insisten día tras día en la importancia de lavarnos correctamente las manos para evitar contagios -como si antes de esto esta práctica hubiese sido algo baladí-, desde OpenGolf también estamos dispuestos a hacerles llegar una serie de recomendaciones para que su material deportivo no se resienta. Y ahora que muchos contamos con tiempo en casa, estaría bien llevarlas a la práctica para ir un paso adelantado cuando se vuelvan a abrir “las grandes alamedas”, que decía Allende.
Y es que, al igual que ocurre con las manos, las caras de los palos tienen una importancia primordial en el buen hacer de un jugador sobre el campo de Golf. Después de todo, es esta parte la que impacta con la bola e influye en gran medida en cómo y -sobre todo- hacia dónde va a ser despedida. No, no les estamos diciendo que sean tan tiquismiquis como Bryson DeChambeau, que ha reconocido en más de una ocasión guardar en su bolsa un cepillo con el que se encarga de retirar cualquier resto de hierba que se quede adherido a la cara, pero sí tener un poco de cuidado con la limpieza.
Quizá no se habían detenido en ello, pero hay una diferencia ostensible entre golpear a la bola con un palo húmedo que con uno seco -y si no que se lo digan al propio DeChambeau, que hace un par de años se encargó de demostrárselo al mundo rociando las pelotas con agua en la cancha de prácticas para probar que éstas son mucho más difíciles de controlar-.
La razón es bien sencilla: cuando palo y bola están secos es mucho más fácil crear fricción entre ellos, lo que a su vez repercute en el giro del esférico. Si esa fricción no existe, la bola no gira. Pura ciencia. Un argumento más para llevar al menos una toalla en la bolsa y, entre golpe y golpe, sacarla a pasear. Ya saben: cada golpe cuenta.
Bryson DeChambeau becomes the first back-to-back TOUR winner with a groove brush on his bag. pic.twitter.com/SPc8jKNH1J
— Skratch (@Skratch) September 3, 2018