No había sido el mejor de los días de Walker en una ronda inaugural de un torneo. Sin embargo, los buenos jugadores tienen estas cosas, que son capaces de sorprender en un abrir y cerrar de ojos y engancharse al campo aprovechando todas las armas de que disponen. Y es que Walker, que marchaba con un golpe por debajo del par llegado el hoyo 18, se encontró con un eagle caído del cielo en la última bandera del día. Todo gracias a un impacto portentoso desde el centro de la calle y a 158 yardas del agujero que se coló para restarle dos y verlo con un pie en el fin de semana.