¿Quién no ha oído hablar alguna vez del Amen Corner? O, a quién no le han dicho en alguna ocasión jugando al golf que este, refiriéndose a ciertos hoyos, es el Amen Corner de nuestro campo. La Trampa del Oso en el PGA National, o El Nido de las Serpientes en el Innisbrook Resort son un claro ejemplo de ello, pero nada como el original, el temido Amen Corner del Augusta National.
A diferencia de lo que muchos aficionados piensan, el Amen Corner no lo componen tres hoyos completos si no que lo conforman el segundo golpe del 11, denominado «White Dogwood» un par 4 de 505 yardas, el 12 completo llamado «Golden Bell» (par 3 de 155) y los dos primeros del 13 conocido como «Azalea«, un par 5 de 510 yardas en el que Seve Ballesteros dejaba su huella en 1986 anotando un extraordinario eagle.
Dice la historia, que el término Amen Corner se utilizó por primera vez de forma impresa un 21 de abril de 1958 en un artículo publicado en Sports Illustrated por Herbert Warren Wind, periodista deportivo estadounidense conocido por sus artículos sobre golf, sobre el Masters de ese año.
En 1984, 26 años después, era el propio Warren Wind quién explicaba en otro artículo como le vino la idea de poner ese nombre a esa parte de Augusta. Dijo que quería definir la parte más emocionante del campo con una frase de igual modo que el béisbol utiliza el «Hot Corner» para definir la tercera base, o el fútbol americano con el «Coffin Corner» para referirse a la esquina del campo de juego justo enfrente de la zona de anotación, generalmente desde la línea de 5 yardas hasta la línea de fondo.
Sin duda han sido muchos los momentos que nos ha dejado el Amen Corner tanto en positivo como en negativo, pero si tuviésemos que destacar dos esos serían el citado anteriormente de Seve Ballesteros en el lado positivo y el de Jordan Spieth en la otra cara de la moneda, cuando en la jornada del domingo en 2016 llegaba al tee del 12 con tres golpes de ventaja sobre Danny Willett y salía del mismo con uno de desventaja a consecuencia de enviar dos bolas al agua. El resultado, un dolorosísimo cuádruplebogey (7) por el que le costaba su segundo título en el Masters.
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