El inglés Ian Poulter lo tiene tan claro como muchos de los jugadores coreanos, que fueron los primeros que masivamente cambiaron los hierros más largos de sus bolsas por os llamados híbridos. El héroe de la Ryder Cup y reciente campeón del último torneo de los Mundiales (WGC) en China, el HSBC, utiliza tres híbridos, con los que ganó en Mission Hills, en vez de los hierros 2, 3 y 4.
Además, el ‘driver’ de Poulter tiene 8,5 grados, y su lob-wedge, 62 grados.
Poulter es el actual decimoquinto mejor jugador del ránking mundial, tras su triunfo en el HSBC, y es segundo en las estadísticas de ‘greens’ en regulación, que mide sobre todo la eficacia con los hierros y maderas de calle y los citados híbridos, con un porcentaje del 79,2.
El caso de Ian Poulter es uno de los muchos que proliferan en el golf mundial al respecto del uso de estos palos híbridos, que mezclan las características técnicas de los hierros largos con las de las maderas de calle.
Su entrada en el mercado es relativamente moderna. Saltaron a la fama, entre otros momentos estelares, gracias al triunfo del estadounidense Todd Hamilton en el Open Británico de 2004 gracias a su manejo constante de un híbrido de 14 grados.
Hamilton rompió los pronósticos y proporcionó otro pelotazo en las apuestas, aunque el nuevo campeón tuvo que desgastar en 18 hoyos a sus dos máximos rivales para el tramo final: el surafricano Ernie Els y, antes del desempate, Phil Mickleson.