El irlandés cometió dos errores en las tres banderas finales que le brindaron el triunfo a Straka y propiciaron que plantara a los periodistas

Hace unas semanas lo vimos con Morikawa, que tras un final descafeinado en el Arnold Palmer Invitational decidió no atender a los medios. Una táctica que ha seguido hace unas horas a pies juntillas el irlandés Shane Lowry, quien optó por el silenció después de despedirse del Truist Championship con un subcampeonato bajo el brazo. Eso sí, una segunda posición amarga, pues se despidió del torneo con dos bogeys en las tres banderas finales que convirtieron en imposible la tarea de seguir la estela de Sepp Straka.
“Lowry no va a hablar hoy”, se limitó a afirmar un trabajador del PGA Tour a los periodistas que esperaban aparecer al deportista europeo. Una decisión que enfadó a muchos pues, aunque recordamos que los jugadores no están obligados a atender a los medios de comunicación al término de sus respectivas rondas, es algo que ha adquirido costumbre por su repetición a lo largo de los años. Ahora bien, hay momentos y momentos.
El europeo ya se las vio con los medios tras un mal día en el pasado Masters de Augusta
Después de todo, en esos instantes el jugador puede no medir bien sus palabras por culpa de la frustración o emitir unas declaraciones fuera de tono, tal y como ocurrió el mes pasado al término de su tercera jornada del Masters de Augusta. Y es que Lowry, que finalizó con dos bogeys, no se mordió la lengua cuando fue preguntado por Rory, quien se encontraba al frente de la tabla:
“Mira, no voy a estar aquí diez minutos respondiendo preguntas sobre él. Yo también estoy intentando ganar el torneo. Sé que es de lo que queréis que hable, pero acabo de tener un final de mierda. Tengo la oportunidad de ganar el Masters mañana y lo voy a intentar”, confesó un enfadado Lowry, quien el pasado viernes comentó que sería necesario que los jugadores dispusieran de un período de reflexión de una media hora para enfriar su cabeza antes de hacer frente a las preguntas de los periodistas.
“Necesitamos tiempo. Yo, al menos, necesito treinta minutos para ordenar mis ideas. No puedo hablar con vosotros directamente. Los tenistas no lo hacen y creo que nosotros tampoco deberíamos hacerlo”, comentó. Una reflexión apoyada por muchos dentro del circuito.
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