El francés, nacido en Bayona, cierra dos décadas de carrera en Crans-Montana, escenario de recuerdos intensos y de su adiós al DP World Tour

Las lágrimas quizá lleguen después, pero por ahora Mike Lorenzo-Vera dice sentirse “genial” ante la perspectiva de un escenario “perfecto” para su adiós al golf profesional: el Omega European Masters en Crans Montana.
A los 40 años, y dos décadas después de dar el salto al profesionalismo, el francés disputó esta semana su 285ª y última participación en el DP World Tour, cerrando un ciclo en el campo suizo de Crans-sur-Sierre GC, donde tantas emociones ha vivido. Figura muy querida por compañeros, personal del circuito y aficionados, Lorenzo-Vera había anunciado discretamente su retirada en abril, con la idea de jugar un último torneo en los Alpes antes de colgar los palos definitivamente.
El adiós llega tras una etapa complicada en la que se tomó un largo descanso para proteger su salud mental, pero ahora el bayonés quiere disfrutar hasta el último golpe. “Estoy muy bien. He traído a la familia: mis hijos, mi madre, algunos amigos… estamos aquí para disfrutar. Jugué bien ayer, así que el objetivo es llegar hasta el domingo”; confesó entre sonrisas.
“Estoy muy bien. He traído a la familia: mis hijos, mi madre, amigos… estamos aquí para disfrutar”
El torneo tiene un componente especial para él: fue aquí, hace una década; donde recibió la trágica noticia de la muerte de su padre Urbano mientras disputaba la primera vuelta. “Es una semana muy especial. Que mi madre esté aquí significa mucho, y tener a mis hijos conmigo es absolutamente hermoso”; señaló emocionado.
Conocido por su carácter cercano y su humor contagioso, Lorenzo-Vera no pierde la chispa ni en la despedida. “Me encanta el queso fundido, así que es perfecto”; bromeó en referencia a la cocina tradicional de los Alpes suizos.
En lo deportivo, su trayectoria queda marcada por momentos memorables. Fue campeón del Challenge Tour en 2007, con lo que se ganó el salto a la élite al año siguiente. A lo largo de su carrera acumuló cinco segundos puestos en el DP World Tour, destacando especialmente la temporada 2019, cuando peleó de tú a tú con Jon Rahm y Tommy Fleetwood en la Final de Dubái; y firmó su mejor actuación en un Major: 16º en el PGA Championship de Bethpage Black.
Aunque nunca logró un título en el DP World Tour, Lorenzo-Vera se ganó el respeto y el cariño de todos. Estuvo cerca de la Ryder Cup de 2018, vivió grandes semanas en el Open de Francia, y dejó huella tanto en Europa como en torneos internacionales. Con el tiempo, también se convirtió en un ejemplo de valentía al hablar abiertamente de sus problemas mentales. “Podría haber dicho que me dolía la muñeca, pero era la cabeza lo que me dolía. No se entiende igual que una lesión física, pero creo que reconocerlo es de valientes”.
Acompañado por amigos como Alexander Levy y Marcel Siem, el francés encaró sus dos primeras rondas con la intención de saborear cada instante. Porque, tras 20 años de carrera, lo que ha vivido en Crans-Montana es más que una competición; es el último hurra de un jugador que deja una huella imborrable en el golf europeo.
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