El irlandés jugó con Carlos Alcaraz 9 hoyos en el ProAm: “Fue genial. Le dije que su golf no era increíble, pero que era mejor que mi tenis”

No han pasado ni dos semanas desde que Shane Lowry embocara el putt que selló la Ryder Cup para Europa en el mítico Bethpage Black. El héroe irlandés, convertido en símbolo de temple y emoción, aterriza ahora en Madrid para disputar el Open de España, y lo hace con una mezcla de compromiso, respeto y ambición.

“Es un Open nacional con mucha historia y tradición. Madrid es un lugar increíble. Me comprometí a venir antes de que fuera la Ryder Cup y soy un hombre de palabra. Estoy feliz de estar aquí”; aseguró ante los medios, dejando claro que la euforia neoyorquina no le ha hecho perder el foco.

Lowry afronta su segunda participación consecutiva en el Open de España. El año pasado, en su debut, una primera jornada azotada por el viento le condenó a un +4 inicial, aunque supo reaccionar para pasar el corte y finalizar en una brillante decimotercera posición. Aquella experiencia, sumada a su estado de forma actual, le convierte en uno de los grandes candidatos al triunfo -solo por detrás del ídolo local, Jon Rahm-.

“Lo más difícil de aquel putt fue ver a Olazábal llorando en el green antes de golpear la bola”

“Después de todo lo que pasó en Bethpage está bien volver a competir, volver a jugar al golf. Siempre digo que es maravilloso cuando logras cosas importantes, pero sin perder de vista el presente y el futuro”; reflexionó el campeón del Open Británico de 2019, convencido de que la historia en el golf se escribe “piedra a piedra”.

El irlandés reconoció que, por encima incluso de su triunfo en The Open, el domingo de Bethpage ha sido la jornada más especial de su vida deportiva. “Lo más difícil de aquel putt no fue embocar, sino mirar alrededor y ver a José María Olazábal llorando en el green antes de golpear la bola”; confesó emocionado. “La relación que se creó aquella semana nos ha hecho sentir como hermanos”.

Lowry habló también de su vínculo con Jon Rahm, a quien considera “uno de los pilares del equipo europeo”; y recordó la magia que se generó en Nueva York. “Creo que Bethpage nos unió a todos. Somos como hermanos después de eso”.

Lejos de tomarse un descanso, el de Clara regresó pronto a la competición. “Sí, fue increíble lo que pasó en Nueva York. La semana pasada lo celebramos, hubo euforia y luego bajón, pero esta semana vuelvo al golf regular y estoy listo para competir. Este es un campeonato nacional con mucha historia, así que estaría bien pelear por la victoria”.

Lowry insistió en su deseo de mantener la competitividad. “No importa en qué torneo juegue, quiero ser la mejor versión de mí mismo”. Y sobre el reto de volver a la rutina tras una Ryder tan intensa, fue claro. “No voy a mentir, puede ser difícil volver a la normalidad, pero al final somos competidores, y eso siempre te empuja”.

Antes de arrancar el torneo, Lowry disfrutó del ProAm junto a Carlos Alcaraz, con quien compartió risas y complicidad. “Fue genial. Le dije que su golf no era increíble, pero que era mejor que mi tenis”. Y cuando se le preguntó si se atrevería con un partido de verdad, zanjó entre risas. “No, jugué la semana pasada por primera vez en años… y muy mal”.

El momento más emotivo de la rueda de prensa llegó al hablar de José María Olazábal. “Sinceramente, es el mejor hombre que he conocido. Verle llorar antes de mi putt fue muy duro. Pensé en Seve, en todo lo que representa para nosotros. Abrazarle después fue increíble”.

Con la emoción aún latente, el campeón irlandés se dispone ahora a escribir un nuevo capítulo en Madrid. Su mirada refleja la serenidad del que ya ha tocado la gloria… pero aún tiene hambre. “Soy un hombre de palabra, y también un hombre de retos”.

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