Vijay Singh acaba de meterse en un charco, de profundidad aún desconocida y de salpicadura incierta. Asegura este veterano golfista, que cumple 50 años el mes próximo y en un artículo que publicará la revista ‘Sports Illustrated’, que compró y aplicó después en su cuerpo un espray y unos parches que incluían supuestamente entre sus componentes sustancias (como la hormona IGF-1) que podrían dar positivo en un control antidopaje.
Singh fue una estrella y es aún un golfista notorio. Alcanzó la cima mundial a finales de 2004, rebasando a Tiger Woods, y siempre ha tenido fama, a partes iguales, tanto de cerrar las canchas de prácticas como de poseer un carácter torcido.
Me parece preocupante que este formidable jugador admita ahora que en el mes de noviembre comenzó a colocarse parches en hombros y tobillos, y a rociarse el cuerpo con un espray que contenía esteroides. Estos fluidos, al contacto con la piel, penetran en el flujo sanguíneo y de ahí recalan en los músculos para fortalecerlos. Esto, señoras y señores, parece presunto dopaje, se mire por donde se mire.
Es probable que este caso se trate de un hecho aislado. Vijay actuó por cuenta propia, y por su edad fue a buscar el antídoto anti envejecimiento. Es una hipótesis creíble.
Lo peor de todo este asunto es que la sombra de la sospecha planeará sobre el golf en general, sobre los jugadores del PGA Tour y la facilidad con la que pueden administrarse determinadas sustancias en los periodos entre competiciones. Y en esto último reside lo más embarazoso para el PGA Tour, que es más que probable que cuando usted acabe de leer este artículo ese organismo aún ni se haya pronunciado sobre este embarazoso asunto.
El PGA Tour, como tantos otros circuitos, instauró los controles antidopaje en sus torneos. Muy pocos son los casos que han dado positivo. Pero como muy bien admitió el ciclista Lance Armstrong en su reciente confesión, la ‘madre del cordero’ de la lucha contra el dopaje no está ahí, sino en efectuar esos controles sin avisar, por sorpresa, y efectuarlos en periodos en los que el deportista no compite.
Armstrong ganó así hasta siete Tour de Francia. Durante las carreras estaba limpio. Fuera de ellas iba ‘puesto’ hasta las cejas.
Por el bien del golf conviene que se aclare este asunto. El PGA Tour debería llamar a declarar a Singh, escuchar su versión y, después, tomar medidas preventivas porque si el fiyiano ha buscado mejorar su rendimiento de manera fraudulenta puede que él no sea el único, o puede que sí. A eso me refiero con la sombra de la duda.
Autor: Toni Tomas Redactor Agencia EFE