Estuve la noche de la gran decepción en la Puerta de Alcalá, en Madrid. El sentimiento olímpico es de los que me conmueven, sobre todo tras haber trabajado para EFE en tres ediciones de los Juegos, la última en Sydney 2000.
A la gran Puerta me llevó la curiosidad y el golf, porque para lo que es enterarse mejor uno se sienta delante de la tele. Mi anhelo, el sueño, era tan simple como verme dentro de siete años arrancando la moto para acercarme al Club de Campo y allí presenciar, en directo, los golpes de los mejores golfistas del mundo en la lucha por las medallas olímpicas. Con suerte, también contarlo con letras para el mundo de habla hispana desde los teletipos de la Agencia EFE.
Pero me quedé callado, mustio, tras oír el resultado de las primeras votaciones pisando el asfalto de la Gran Vía. Llevaba un palo de golf al hombro, para hacerme una foto histórica golpeando, en plena fiesta, una bola sobre la hierba que rodea al monumento que antaño cerraba Madrid. Pero lo que realmente me llevé fue eso, un palo, y la idea general de que nuestros países vecinos y muchos miembros del COI no quieren que España se levante.
El no a Madrid corrió como un ángel exterminador por la Gran Vía. Silencio, media vuelta y a casa. Adiós al Club de Campo, al golf olímpico en Madrid y al abanico de posibilidades de crecimiento y de negocio para este deporte que tanto queremos.
Tokio nos queda muy lejos. Ni a tiro de ‘driver’. La fiesta del golf en Madrid se esfumó, pero el doble ‘bogey’ se lo apunto a los señores del COI.
Autor: Toni Tomas Redactor Agencia EFE