Con la Copa del Mundo de Fútbol 2014 a la vuelta de la esquina y ante la falta de habitaciones en la ciudad de Rio de Janeiro, una alternativa ‘hotelera’ se ha puesta en marcha en la ciudad brasileña que bien podría servir de modelo para los Juegos Olímpicos de 2016 con el Golf por primera vez desde 1904 en su programa.
María Clara dos Santos, de 49 años, se está preparando para recibir un máximo de diez huéspedes en la próxima Copa del Mundo de Fútbol en su favela (sinónimo de chabola o comuna) de tres dormitorios de Rocinha.
Para ello está acondicionando su vivienda que goza de unas magníficas vistas de las playas bañadas por el sol de Ipanema. Es cierto, según declara María Clara al www.nytimes.com, que las aguas residuales que se encuentran en la calle hace que estas apesten y que las barras de acero que figuran en sus ventanas sean necesarias para evitar los robos, pero a su favor tiene el precio que ofrece, 50 dólares la noche frente a los 450 que ofertan los hoteles de la ciudad.
Y no solo eso, «Podemos proporcionar un nivel de calor humano y la autenticidad que los de más abajo (hoteles) no puede dar”, dijo la señora dos Santos, lo que refleja la creciente popularidad de las favelas por sus vibrantes escenas musicales, sus precios más baratos y la ausencia de pretensiones en comparación con el canal habitual de hospedaje.
«Aquí hay una verdadera falta de estructuras sólidas para hacer frente a un evento de este tamaño”, dijo Christopher Gaffney, un erudito de la Universidad Federal Fluminense de Brasil que estudia los grandes proyectos deportivos. “Los precios para la Copa del Mundo se han disparado. La gente percibe el evento como una forma de traer beneficios a corto plazo”, añadió.
La ciudad dispone de alrededor de 55.400 camas hoteleras y se esperan unos 300 mil visitantes, según un informe de la agencia estatal de turismo de Brasil.