Muchos han sido los periodistas que durante estos días han preguntado a Charles Caudrelier, patrón de Dongfeng Race Team, cuál es el factor que les ha permitido pasar de ser los «debutantes», a liderar la clasificación tras tres etapas. Y, al parecer, se trata de pura pasión.
Caudrelier ha elegido a cuatro compatriotas para el núcleo duro de su equipo, la campaña de bandera china Dongfeng Race Team patrocinada por el fabricante de vehículos comerciales chino Dongfeng. Ellos, junto al sueco Martin Strömberg, han aportado experiencia oceánica a la tripulación, y el apoyo que necesitan los dos debutantes chinos por etapa -seis en total- para dar lo mejor de sí mismos. De éstos, Caudrelier ha afirmado en varias ocasiones que son clave en el rendimiento de su equipo. Afirma haber visto pocas veces a tripulantes tan motivados, y tan entregados.
Aun así, antes del 11 de octubre de 2014, cuando se dio la salida de la presente edición de la Volvo Ocean Race, pocos creían que Caudrelier y los suyos pudieran alcanzar la posición en la tabla de la que disfrutan en estos momentos. Ni siquiera el propio bretón. Eran los «novatos», y ellos mismos afirmaban que el suyo era un proyecto a largo plazo. Que no esperaban resultados a corto. Ayudar a crear la primera tripulación 100% china de la Volvo Ocean Race era su objetivo, algo que no se alcanzaba en una edición, ni en dos. Tampoco se presionaban con conseguir triunfos en la presente.
Por esta razón Caudrelier se muestra tan sorprendido como el resto. Pero, aun así, no se deja llevar por la emoción. Sobre todo cuando quedan apenas cuatro días para la etapa 4, que les llevará desde Sanya a Auckland, a partir del próximo domingo día 8 de febrero a las 0700 hora española.
«La regata no termina hasta el 27 de junio en Gotemburgo. Nos quedan meses por delante», comienza, pausado. «Acuérdate de Telefónica», apunta, en referencia al equipo español que en la edición 2011-12 ganó las tres primeras etapas, a pesar de lo cual finalizó cuarto en la general.
«Hemos tenido un buen comienzo, desde luego, pero no podemos decir que sea un éxito. Hay que esperar», insiste.
Aun así, es consciente de que tiene en Pascal Bidégorry (navegante), Kevin Escoffier (proa), así como en Eric Peron y Thomas Rouxel, todos ellos franceses, a los perfectos compañeros de fatigas oceánicas. A pesar de que, curiosamente, ninguno de ellos ha hecho la Volvo Ocean Race con anterioridad.
¿Acaso tienen un don especial, propio de los navegantes franceses curtidos en el Atlántico? Según Caudrelier, el hecho de que todos comenzaran a navegar siendo niños puede ser una de las claves. Y el durísimo circuito de regatas francés, también.
No en vano, prácticamente todos los galos a bordo del Dongfeng, a excepción de Kevin Escoffier, han participado en la Solitaire du Figaro, la regata en solitario de algo más de un mes que se desarrolla en aguas del Atlántico.
Pero hay otro factor al que Caudrelier hace referencia, y que cree que puede dar cierta ventaja a los suyos sobre sus rivales.
La mayoría, apunta, comenzaron a navegar por pura pasión por el mar, sin alicientes económicos.
“Quizás esté equivocado, pero me da la sensación de que para los anglosajones, para algunos de ellos, realmente se trata de un trabajo. Aun así no quiero decir que no haya pasión en los otros equipos también», señala. Y se sumerge en una especie de reflexión e voz alta de porqué es así.
“Es cierto que en Francia también se ha convertido en una profesión, pero durante unos años lo hicimos por pura pasión. Estábamos inmersos en ello porque nos gustaba y todavía nos gusta. Quizás sea una manera diferente de afrontarlo. No lo hacemos por el dinero que ganamos, lo hacemos porque lo queremos hacer».
«Cuando yo comencé no era un trabajo de verdad para nadie. No ganábamos dinero navegando, sólo comíamos, y el dinero se invertía en el barco.
«Puede que yo sea parte de la primera generación que ha hecho de esto su forma de vida, su trabajo. La generación anterior a mí, aquellos que nos inspiraron como Michel Desjoyeaux, navegaban gratis. Era una pasión.
«En Francia tenemos a gente que no sabe hacer nada más. Tienen 50 o 60 años y todavía quieren continuar con la Vendée Globe y con ese tipo de regatas, que son muy muy duras. Realmente les encanta lo que hacen.
«No creo equivocarme al afirmar que navegar en Francia es algo único y diferente al resto del mundo. Barcos diferentes, patrocinadores diferentes. Regatear en Francia es fantástico, hay muchas regatas, quizás demasiadas.
«Ahora mismo tengo seis hombres franceses en mi barco, contándome a mí mismo y el reportero a bordo, Yann Riou. Podría encontrar 60 como ellos. Y no estoy seguro de que pudiera encontrarlos en otros países.
«Representamos a Francia, está claro. Y Francia está orgullosa de lo que hacemos».