El pasado 18 de enero despertábamos con la fotografía del rostro magullado del australiano Robert Allenby, que declaró que había sido “secuestrado, robado, golpeado y abandonado en un parque”. El golfista, tras no pasar el corte en el Sony Open, se encontraba en un bar de Waikiki junto a un amigo cuando, según las afirmaciones del propio Allenby, fue drogado y llevado a un aparcamiento subterráneo, donde le golpearon e introdujeron en el maletero de un coche. “Me separé de mi amigo en el bar después de haber pagado la cuenta sobre las 22:48, él se fue al baño y lo siguiente que recuerdo es estar abandonado en un parque a kilómetros de distancia”.
Sin embargo, esta versión no convenció a los medios de comunicación locales, que comenzaron a especular sobre la posibilidad de que Allenby se estuviera inventado la historia para evitar contar la realidad de aquella noche, lo que el golfista aussie calificó como “fuera de toda lógica”. “He pasado de ser víctima a que los medios me carguéis toda la culpa. Asumo la responsabilidad si hice algo mal, pero mi cerebro es lo único que recuerda. No podéis imaginar lo frustrante que es, porque todos queremos conocer la verdad”.
Ayer, un portavoz del Departamento de Policía de Honolulu confirmó que Patrick Owen Harbison, de 32 años de edad y que ya estaba en custodia por cargos no relacionados, había sido acusado de posesión de tres de las tarjetas de crédito de Allenby y de gastar hasta 23.000 dólares en múltiples puntos de Waikiki. “Los investigadores confirmaron numerosos cargos no autorizados en las tarjetas de crédito del señor Allenby. Dichos cargos fueron realizados en varias tiendas al por menor y en pequeños supermercados de Oahu”, señalaba el informe policial. Si es declarado culpable, Harbison se enfrenta hasta diez años de prisión por suplantación de identidad.