Hace unos días despertábamos con la alegría de saber que, finalmente, el campo de golf de Río de Janeiro en el que se desarrollará la disciplina olímpica estaba casi terminado.
Atrás quedaban esas largas reuniones entre el COI y la organización en las que se apuntaba la falta de tiempo como principal problema para finalizar las instalaciones. Sin embargo, a la capital brasileña se le presenta ahora un nuevo frente. El movimiento Occupy Golf, inspirado en el ya famoso Occupy Wall Street, está llevando a cabo manifestaciones pacíficas en las que critican la falta de miras de la clase política ante el impacto medioambiental y económico que puede suponer la construcción de una instalación así en un paraje natural.
La reclamación medioambiental parece sencilla. El campo de golf se está construyendo en un tramo de tierra que antes forma parte del parque natural de Marapendi. Este lugar cuenta con más de 610 hectáreas y se utiliza para el ocio y la educación ambiental. “Con estas obras se está poniendo en juego la seguridad de más de 300 especies en peligro de extinción que viven en el parque”, afirma Occupy Golf. Asimismo, la parte económica también preocupa al movimiento. “El alcalde de Río, Eduardo Paes, dio la tierra y el permiso para que allí construyera Pasquale Mauro, un diseñador rico brasileño, que es un conocido falsificador. Cualquier ingreso va a ir a parar a sus manos, no va a repercutir en nada a los ciudadanos”.
La página de Facebook de Occupy Golf lleva operativa desde finales de noviembre y ha conseguido hasta la fecha más de 7000 seguidores. Un vídeo de la policía interactuando con los manifestantes –no siempre de la manera más pacífica– es la carta de presentación en su muro.