Entramos en la recta final para poder ser testigos de la segunda gran cita de la temporada. El Chambers Bay de Washington se vestirá de gala para recibir a los mejores golfistas del panorama internacional y, a buen seguro, no decepcionará a nadie.
Las enormes dunas artificiales, los sorprendentes cambios de elevación del terreno y la complejidad de sus hoyos hacen que nos enfrentemos a un campo nunca visto con anterioridad. Una prueba agotadora para aquellos que quieran alzarse con el US Open ’15.
Esta situación recuerda a la vivida en 1970, cuando los golfistas se enfrentaban a un nuevo campo y solo unos pocos habían sido capaces de probarlo unas cuantas veces antes del comienzo del campeonato. Hazeltine fue la sede elegida.
Este complejo, situado en las inmediaciones de Minnesota, ha crecido mucho desde entonces, logrando ser seleccionado para acoger la Ryder Cup el próximo año. Sin embargo, este majestuoso campo no era así en un principio. Calificado en sus inicios como muy rural, fue la diana de muchas críticas, como la histórica afirmación de Dave Hill, que aseguró que en ese terreno solo necesitabas “un tractor, algunas vacas y construir una buena finca”.
Tony Jacklin, ganador del torneo ese año, ha dejado entrever las coincidencias de aquel Hazeltine de 1970 con el Chambers Bay sede del Abierto norteamericano, no ya por sus serpenteantes recorridos, sino por los factores externos que rodean al evento: “Las circunstancias son similares. Campo nuevo. Pocos entrenamientos previos. No deben darle muchas vueltas respecto a la poca preparación sobre el terreno. Al final, lo que importa es como lo hagas durante los cuatro días, no cuánto has golpeado en el campo de prácticas”.
Estas declaraciones defienden la línea apuntada por Rory McIlroy hace apenas unas semanas, cuando contestó a Mike Davis –director ejecutivo de la Asociación de Golf de los Estados Unidos– que podría ser cierto que dos rondas de prácticas fueran insuficientes, pero que el entrenamiento a escasos días no aseguraba resultados.
Jacklin se mostró contrariado por la designación de Chambers Bay, porque cree que existen grandes campos en el país como para concederle la sede a uno de reciente creación: “Entiendo la idea de llevar el torneo a otras zonas de Estados Unidos, pero también comprendo a esos otros maravillosos campos que no conciben cómo ha conseguido la elección uno nuevo”.
Ante los posibles ganadores, el golfista inglés lo tiene claro: “Mickelson, Furyk, McIlroy o Spieth. Entre ellos saldrá el ganador de este año. A Phil, después de seis subcampeonatos, la historia le debe el Grand Slam, pero no hay que olvidar la consistencia de Jim. En cuanto a Rory y Jordan no deberían preocuparse mucho por sus últimas actuaciones. Esto es otra historia”.