Es por todos conocido que el US Open tiene tanto amantes acérrimos como detractores inflexibles. El estilo de golf jugado en estos campeonatos es a menudo malvado, horrible y, francamente, dañino para los jugadores sensibles. Aunque, también es cierto, puede ser impresionante. Porque después de una semana escuchando a los golfistas quejarse por lo denso de sus greenes y de cómo de rápidos son, lo único que importa es si puedes aferrarte al salvavidas en la jornada del domingo.
En el nuevo libro de Shane Ryan “Matando al tigre” Jason Day se refiere a esto como cuando tienes el liderato el último día de competición. “No pienses que está todo el trabajo hecho por estar en cabeza. Es entonces cuando más duro tienes que trabajar. El más mínimo despiste, el más mínimo error en la selección del palo puede hacer que pases de levantar el trofeo a levantar la bolsa para volver a casa”.
Nunca estas palabras serán más evidentes que durante esta semana en Chambers Bay. La Asociación de Golf de los Estados Unidos (USGA) ha ideado un laberíntico campo que podría recomponerse mil veces de mil formas diferentes. Y esto dice mucho de la capacidad creativa de su diseñador. Bueno, eso y que es un bombardero nato. Un campo de más de 7 kilómetros en sus 18 hoyos, con cuatro de los cinco par5 más largos de todo el mundo. Este es Chambers Bay, un complejo que en teoría se le debería dar bien a jugadores como Rory McIlroy.
Sin embargo, el idilio de Rory con el US Open dista mucho de ser real. El norirlandés no sobresale en este tipo de eventos. No jugó bien el US Open que ganó en 2011 y su mejor participación, además de esa, fue un T10 en 2009. “Este es el tipo de campo de golf que magnifica tus fallos”, reconocía el europeo el martes. “Aquí se recompensa a las personas que tienen una gran confianza en su juego corto y no tienen fallos con los largos”.
Este es el quid de la cuestión de este torneo, que cualquiera –al menos en teoría– puede vencer en una semana inspirada. Y más este año. El US Open suma una marcha más en su apuesta por la diversión hacia los espectadores y quien sabe si podríamos estar ante el comienzo de una nueva postura en el golf con campos como Chambers Bay.