Transcurrido un año desde su elección como capitán para la Ryder Cup, José Mari Olazábal ha tomado las primeras decisiones directas a la línea de flotación del que será su equipo para la cita de septiembre en Chicago.
Hasta ahora, las tareas de intendencia habían ocupado intermitentemente la agenda del nuevo capitán, referidas a los hoteles, la vestimenta y detalles del campo de juego en Medinah. El martes previo al torneo de Abu Dhabi, Olazábal entró en harina.
En primer lugar, retrasará al máximo la designación de sus vicecapitanes, lo que tiene todo el sentido pues muchos de los que figuran en su agenda –caso de Miguel Ángel Jiménez- no deben despistarse de su primer afán, que es clasificarse de oficio.
También y más importante: según el ‘míster’ ningún jugador europeo se enterará ya por terceras personas y sobre un campo de golf de que no ha sido invitado para jugarla Ryder Cup, un anhelo siempre vivo para cualquier golfista de elite.
Fruto del consenso previo y del sentido común, criterios que definen un ideario, Olazábal ha corregido el error que cometió hace dos años su predecesor, el escocés Colin Montgomerie.
‘Monty’ confirmó la lista oficial del equipo, incluidos los invitados, el domingo tras el torneo de Gleneagles (Escocia), a finales de agosto de 2010. Algunos europeos, como Luke Donald, Padraig Harrington, Paul Casey o Justin Rose, jugaban en ese instante la cuarta ronda de uno de los torneos del circuito estadounidense.
“Me acabo de enterar de que no estás en el equipo”, le debió comunicar a Casey su propio ‘caddie’. No es extraño que aquello no sentara bien. Ni a los que entraron en el equipo (Donald y Harrington) ni a los excluidos (Casey o Rose).
Olazábal ha derogado esa medida poco elegante. El nuevo capitán comunicará primero a los interesados, vía telefónica, su decisión, el lunes tras Gleneagles, para después hacerlo públicamente. A eso se le llama poner coherencia, señor Olazábal.
Autor: Toni Tomas Redactor Agencia EFE