¿Qué puede ser más tierno que disfrutar de una mañana soleada golpeando unas bolas sobre el tapete de un campo de golf? Exacto, que sobre el mismo haya dos conejos jugando y saltando uno sobre otro. Y es que nadie quiere perderse un día en plena naturaleza y con un clima de ensueño. Vale que impidan que todo se desarrolle con normalidad en el green, pero siempre es mejor encontrarse con estos pequeños mamíferos que con un temible caimán.





