Muchos son los que dicen que el golf crea adicción. En una entrevista realizada al actor Hugh Grant en octubre de 2014 lo reconocía: “El golf ha sido como una droga para mi. Una vez que lo pruebas, y se instala en tu sistema, no hay quién lo pare, el deseo de jugar se hace abrumador. Durante los últimos 12 años de mi vida me he levantado muchas noches y en calzoncillos me he colocado frente al espejo para repetir mi swing una y otra vez”.
Pues algo parecido es lo que le debe haber sucedido a estos dos jugadores suecos que un día después de celebrar la Navidad no dudaron en coger los palos de golf -y los patines de hielo- y marchar hasta el Robertsfors GK al norte del país -donde las temperaturas se mantienen bajo cero- a jugar unos hoyos con el campo completamente helado.