Hace unos días comentábamos el multimillonario contrato que vinculaba al joven golfista estadounidense con Coca-Cola y que le convertía en uno de los deportistas con más ingresos por publicidad en todo el mundo. Y es que, aunque no han trascendido las cifras, diversas fuentes apuntan que los honorarios del texano se sitúan al mismo nivel que los de LeBron James y la cantante Taylor Swift, dos ídolos de masas en Estados Unidos.
Pero eso no es todo, a Spieth hay que sumarle los 23 millones de dólares en premios conseguidos durante la temporada pasada y lo que recibe por patrocinar a Under Armour –que la temporada pasada se estimó en 30 millones de dólares-, una marca de ropa que está viviendo en el último año sus días de vino y rosas particulares al contar en sus filas con el golfista texano y Stephen Curry, dos deportistas que han subido exponencialmente su popularidad en los últimos meses.
Cualquiera que pudiera ver estas mareantes cifras podría preguntarse en qué invierte su dinero Spieth, al que no se le vinculan aficiones caras. Pues bien, el golfista ha dado el primer paso que debe dar todo número uno del mundo que se precie: comprarse una mansión. Y además lo ha hecho en Dallas, para no tener que pasar más tiempo del deseado lejos de los suyos.
La casa, que pertenecía a Hunter Mahan, cuenta con un garaje para guardar hasta 12 coches, además de una cancha de baloncesto, una piscina cubierta, simulador de golf, gimnasio, bodega… y hasta un mural del Augusta National en una de las paredes que integran el parking. ¿Lo mejor de todo? El precio. 7 millones de dólares. “Qué caro”, pensarán. No si lo comparamos con los ocho millones y medio que costaba hace sólo unos meses, según ha confirmado el inversor de inmuebles Candy Evans.
Y es que este chico igual arrasa en un torneo que negocia por una mansión, bajándole casi un veinte por ciento el precio inicial. Otra muestra más de que se gana con creces el sobrenombre de “yerno de Estados Unidos”.