El pasado martes el estado de New Hampshire daba su apoyo a Donald Trump en las primarias del bando republicano. El magnate norteamericano aventajó en más de 20 puntos a su más inmediato perseguidor, el actual gobernador del estado de Ohio John Kasich. De esta manera el polémico político se recupera del mazazo sufrido hace unas semanas en Iowa, donde Ted Cruz salió victorioso ante el radicalismo de las ideas propuestas por Trump.
“Crearé puestos de trabajo como no se ha hecho nunca en Estados Unidos, pondré fin a la epidemia de la heroína y al Estado Islámico, ganaremos comercialmente a Japón y China… El mundo va a respetarnos de nuevo, creedme”, afirmó un Trump eufórico tras conocer el resultado del segundo estado llamado a votar en todo el país.
Pero no se quedó aquí la cosa. Unas horas más tarde, y aprovechando todavía los últimos coletazos de embriaguez por su victoria, también tuvo unas palabras para el PGA Tour, que se ha reiterado en su propósito de que 2016 sea el último año en que el World Golf Championship-Cadillac se dispute en el Trump National Doral.
“Realmente no sé lo que quieren hacer”, comentó Trump entre risas y una gran despreocupación. “No hay sitio como Doral en todo este territorio. Soy dueño del mejor campo de Florida. Si quieren llevarse el torneo a otra parte que lo hagan. Por mí mejor, acabaré haciendo más dinero”, aseguró a los micrófonos de Golf.com.
La polémica se desató en junio del pasado año, cuando el excéntrico multimillonario profirió comentarios cargados de tintes xenófobos hacia la población inmigrante -sobre todo mexicana- que vive en Estados Unidos, a los que calificó como “criminales y violadores” para rematar la faena con una frase para el recuerdo: “Estados Unidos se ha convertido en el basurero de los problemas de todos los demás”. Estas afirmaciones obtuvieron la rápida respuesta del circuito de golf norteamericano, que se desvinculó de sus palabras al infringir una de las líneas básicas del deporte: la igualdad y el respeto mutuo.
El binomio inseparable que formaban hace unos años Trump y el PGA parece haber llegado a un punto de no retorno y estas declaraciones sobre Doral podrían ser la chispa que le separe definitivamente de su sueño por albergar el British Open en Turnberry.