Sí, puede que esta frase ya la hayan escuchado en más de una ocasión, pero solo hay que ver los participantes que se darán en cita la próxima semana en Chambers Bay para darse cuenta de que esta afirmación es más cierta que nunca.
Basta un paseo por los 10 torneos clasificatorios del US Open para suscribir este alegato. Tan solo en Purchase (Nueva York) no hubo ningún clasificado en edad universitaria, y eso sí que es un milagro teniendo en cuenta el resto de eventos.
En Georgia, un chico de 21 años de edad llamado Matt NeSmith se echó el torneo a las espaldas realizando 63 y 64 golpes para llevarse el billete al US Open. Un chaval semidesconocido barriendo a todos sus contrincantes, al estilo de lo que ocurrió en el Bear’s Club de Palm Beach (Florida) donde dos jugadores amateur como Jack Maguire y Sam Horsfield se hicieron un hueco en Chambers Bay junto al ex número uno Luke Donald.
Pero esto no es todo. En Dallas, tres de las seis plazas clasificatorias también las ocuparon golfitas amateur. Entre ellos Cole Hammer, del que ya hablamos el otro día. Con 15 años se convertirá en el cuarto jugador más joven de la historia en participar en el segundo Major de la temporada. No puede llevar su propio coche todavía –en Estados Unidos la edad para tener el permiso de circulación son 16 años– y, sin embargo, participará con los mayores. Lo que son las cosas.
Pero esto no acaba aquí. Seguimos. En la costa oeste, Chen-Tsung Pan, un estudiante de la universidad de Washington, hizo birdie en tres de los últimos cuatro hoyos para ganarse a pulso la clasificación. ¿No se suponía que los jóvenes no sabían administrar la presión?
En definitiva, 16 golfistas amateur se darán la cita en Chambers Bay, un campo que no contará con la presencia de ganadores de algún Grande como Vijay Singh, Davis Love III, Stewart Cink o David Toms; ni con los dos últimos ganadores de los torneos del PGA –David Lingmerth y Steven Bowdich–, pero que contará con unos chicos dispuesto a todo.
Estos jóvenes representan la nueva era del golf. Una generación que personifica un estilo de juego más atlético –no hay que fijarse mucho para darse cuenta de que tanto McIlroy, Spieth o Day no siguen los mismos entrenamientos que en su día realizaron Lee Trevino, Raymond Floyd o Jack Nicklaus–. Todos ellos son capaces de golpear la bola muy fuerte y no tienen miedo de nada de lo que les depare el campo de golf. Veremos qué tal se porta con ellos Chambers Bay.