El departamento de policía de Pine Valley (Nueva Jersey) opera desde una pequeña casa blanca con las paredes de las oficinas de color verde lima. Desde allí, Richard Rauer, el capitán, un hombre de 1,80 metros de altura y un bigote a lo Dalí contesta al teléfono.
Es la estampa que puede verse cada mañana en estas tierras. Rauer y sus cinco agentes compartiendo un coche patrulla uniformados con una camisa azul y unos pantalones con una fina franja de oro en medio.
Podría parecer una escena de cualquier pequeño pueblo de Estados Unidos. Sin embargo, este departamento tiene algo diferente con respecto a cualquier otro del que hayan tenido constancia a lo largo de sus vidas. ¿La razón? La principal labor de Rauer y sus chicos es la de proteger un campo de golf –uno de los mejores del mundo, según la revista Golf Magazine-, la primordial actividad de esta pequeña ciudad del condado de Camden.
Los 12 residentes de este municipio apenas superan en número a los seis oficiales. Eso hace que Pine Valley sea la segunda localidad más pequeña en cuanto a densidad de población de Nueva Jersey, y la más pequeña en extensión en contar con una fuerza policial.
Con este escaso volumen de gente el propio Rauer reconoce que encuentran poco crimen al cabo del año. “Promediamos uno o dos arrestos cada doce meses”, reconoció en una entrevista al Philadelphia Inquirer, “aunque el año pasado reportamos cero crímenes y en 2013 sólo hubo tres hurtos, que se ocasionaron por las personas que intentaban robar las banderas de los greenes”.
Muchos pensarán que su carga de trabajo puede ser poca, pero como reconoce Bob Mather, el secretario de Pine Valley, de 87 años, “el departamento de policía actúa a diario como un elemento de disuasión para los forasteros que quieren entrar al campo para causar desperfectos”.
Naturalmente que puede haber bastante tiempo de inactividad, pero los oficiales tratan de llenar este vacío patrullando por los alrededores, siendo de ayuda con algún corte de luz o asistiendo a alguna emergencia médica. Y es que Rauer insiste en que la misión de su departamento es la misma que la de cualquier otro. Sus chicos se someten a las mismas pruebas físicas y de puntería que las de cualquier otro punto del país.
La policía de Pine Valley es el mayor gasto al que tiene que hacer frente anualmente el municipio, con 225.000$, de los cuales 101.000$ salen del Pine Valley Golf Club, que contribuye así a seguir contando con este destacamento.
“El sueldo de los chicos no es muy alto”, reconoce Rauer, que certifica que los cuatro agentes que trabajan a tiempo parcial perciben al año unos siete mil dólares, mientras que el único que lo hace a jornada completa recibe 27.000. “Yo cobro un poco más, 42.000 dólares al año, pero también es cierto que mi jornada laboral es mucho mayor”, puntualiza.
Estamos pues ante un rara avis, algo que no ocurre en ninguna otra parte del planeta. El Augusta National Golf Club de Georgia también cuenta con fuerza de seguridad, pero no con poderes de arresto como la de Pine Valley. El Country Club Plainfield de Edison (Nueva Jersey), donde se celebró el Barclays de hace unas semanas, no tiene fuerza policial, como tampoco el Tavistock, por poner ejemplos de localidades pequeñas donde el golf en su principal atractivo.
Y es que, como concluye Rauer: “Si tienes el dinero necesario y la causa es legítima, ¿qué hay de malo en hacerlo?