Flaco favor el que hace tan solo unas pocas horas le ha hecho el deportista australiano al mundo del golf. El jugador nacido en Adelaida, que desde hace algún tiempo llevaba pregonando a los cuatro vientos lo absurdo que resultaba para él la inclusión de los Juegos Olímpicos en el calendario oficial de este deporte, ha rechazado oficialmente jugar en Río de Janeiro durante el próximo mes de agosto.
La decisión, totalmente inesperada incluso para los que también se quejan de la prueba olímpica, la ha difundido a través de un escueto comunicado desde su casa de las Bahamas. En él, el actual número 7 del mundo ha señalado la “falta de disponibilidad” como la principal causa de su ausencia. “Este fallo ha sido tomado como resultado de un calendario de juego muy ocupado en la época de los Juegos Olímpicos, además de multitud de compromisos tanto familiares como profesionales”.
“He informado al capitán del equipo y a las principales autoridades australianas implicadas en este proceso y enseguida han comprendido la situación. Desde aquí solo me queda desearle la mejor de las suertes al equipo australiano de golf en Río de Janeiro”, concluyó su misiva, una carta que ha comenzado a tener una enorme repercusión y que no está dejando bien parado al golfista oceánico.
En estos momentos, con el número 1 mundial Jason Day clasificado virtualmente para la prueba desde hace semanas, Adam Scott era el principal candidato para acompañarle en su periplo por Marapendi. Sin embargo, su renuncia trastoca todos los planes del capitán Ian Baker-Finch, que tampoco sabe si podrá contar con su número 3 Marc Leishman.
El jugador de 35 años, que ha reconocido en más de una ocasión el privilegio que supondría representar a su país en una de las grandes competiciones deportivas a nivel mundial, está a la espera de la recuperación de su esposa Audrey, que el pasado año sufrió un gravísimo síndrome del choque tóxico que a punto estuvo de costarle la vida. Con la proliferación del zika rodeando Sudamérica, toda preocupación es poca para Leishman. “No hay duda de que me encantaría ir, pero la salud de Audrey y de mi familia es, ahora mismo, la gran prioridad”.
El shock que ha supuesto el comunicado de Scott ha puesto patas arriba el golf, que le critica al unísono al australiano su falta de solidaridad y respeto para aquellos quienes, con su lucha y entrega, hicieron posible que 112 años después este deporte vuelva a estar donde se merece, con una enorme visibilidad a nivel mundial. Tiempo tendrá para reflexionar, pero desde luego que ser recordado como el primer Top 10 que rechazó ir a unos Juegos no es algo como para enorgullecerse.