Dice el refranero popular que en la guerra y en el amor todo vale. El magnate norteamericano –como viene siendo habitual en los últimos meses- escuchó campanas, pero no sabía dónde y se apresuró a llevarse consigo esta célebre frase para aplicarla en el campo político.
Y es que el precandidato a la presidencia de Estados Unidos para las elecciones presidenciales de este 2016 –que las encuestas dan como gran vencedor en el Partido Republicano- está haciendo gala de toda clase de artimañas para restar credibilidad a Bernie Sanders, uno de los hombres fuertes del bando demócrata que peleará en las primarias junto a Hillary Clinton.
Y esta vez el tema principal tiene al golf en el centro de la diana. En uno de los últimos discursos antes de acabar el año, Trump volvió a mostrar esa imagen de valetudo delante de un micrófono –como en su día hiciera con los comentarios respecto a la población mexicana o musulmana- y en una alocución cargada de chistes fáciles e interpelaciones al público, aseguró que “si gana Sanders, el golf desaparecerá en Estados Unidos”.
“Tenemos que tener un pensamiento progresista”, aseguró Trump en un acto de campaña en Hilton Head (Carolina del Sur). “Cuando hablo de progresista me refiero a inteligente, no en el sentido que le daría Bernie Sanders. Este tipo quiere aumentar sus impuestos hasta en un 90 por ciento, así que piensen en ello. Tendrían que salir de esta zona, una zona que me encanta, por cierto. He estado aquí muchas veces disfrutando del golf. Nosotros amamos el golf, él no. Se acabará el golf aquí. Sanders no les dejará dinero para poder jugar al golf”.
Todo esto proviene del “rumor infundado”, según ha sido calificado por la página de comprobación de citas PolitiFact, por el que Sanders gravaría con un 90 por ciento de impuestos a las grandes fortunas, algo que desde la campaña del propio Sanders desmienten categóricamente.
No es nuevo que Trump se aproveche de un dato erróneo para su propio beneficio. A fin de cuentas, ya sucedió hace sólo unas semanas con la placa que conmemora en uno de sus campos de golf una batalla que nunca tuvo lugar. Pero poco le importa cuando lo que está en juego es el Despacho Oval de la Casa Blanca.