El golf no es un deporte ajeno a las innovaciones que se realizan en otras disciplinas para mejorar el rendimiento. Y no, que la cabeza no les lleve a engaño. Estamos hablando de una mejora de prestaciones con los palos, esos instrumentos necesarios en la vida de todo golfista que se precie, ya sea amateur o profesional, pero que cobra especial importancia en estos últimos.
Ellos son los compañeros de fatigas de estos deportistas, sobre los que recaen las glorias o las furias –el hierro 3 de McIlroy puede dar buena fe de ello–. Unos gramos más de peso o una inclinación excesiva puede dar al traste con un putt bien tirado. Es por esto que en los últimos tiempos numerosos estudios estén tratando de hallar la fórmula del palo perfecto.
Antes de la ronda final del WGC-Cadillac de este domingo, Henrik Stenson fue visto en el campo de entrenamiento con un palo interesante, que tenía un mango curvo. Esta particularidad obligaba al sueco a poner las manos delante de la bola para tener una óptima posición de impacto.
El DST Golf Compressor –así es como se llama el palo– ha sido creado por el ex jugador Bertie Cordle y se ha convertido en una herramienta común dentro del circuito –lo emplean más de 35 golfistas en sus entrenamientos, incluyendo cuatro que estuvieron en el Top 15 del último WGC-Cadillac–. La idea del mango curvo es dar a los jugadores una sensación de retraso en el impacto, donde las manos permanecen a la misma altura que la bola, lo que da como resultado un mejor control de la misma.
EL DST también cuenta con una base ancha y plana diseñada específicamente para el mango curvo, que permite una mejor colocación en la hierba. Este palo puede encontrarse en un hierro 8 y tiene un precio de 100 dólares. El golpeo perfecto ya está al alcance de cualquiera.