Parecía casi hecho y, sin embargo, la decisión se está haciendo esperar. Si hace medio año eran “unos pequeños flecos” -según palabras del presidente de Cantabria Ignacio Diego– los que separaban al Aeropuerto de Santander de cambiar su nombre por el de Aeropuerto Seve Ballesteros, ahora se confirma desde el propio gobierno cántabro que este nuevo bautismo quedará plasmado “antes del próximo verano”.
Lo que sí es cierto es que hoy se cumplen diez meses desde que el Parlamento aprobó el cambio de nombre y, sin embargo, todo parece estancado desde septiembre.
AENA se limita a decir que todo está en “proceso de tramitación”, mientras que el Ejecutivo cántabro, a través de su director general de Industria y Telecomunicaciones Fermín Llaguno, asegura que “el cambio de nombre se producirá, en el peor de los casos, antes de junio”.
Esta situación contrasta con la vivida en Madrid hace apenas un año, donde se llevó a cabo, en un tiempo récord de apenas dos semanas, el cambio de nombre del Aeropuerto Madrid-Barajas por el de Aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas –si bien es cierto que fue un caso extraordinario–. “Se trata de un trámite habitual y este es el tiempo que se suele tardar en completarse”, afirma el consejero de Industria Eduardo Arasti. “Hay que tener en cuenta que el cambio de nombre debe ser supervisado por muchas instancias”, argumenta el popular.
Los responsables políticos cántabros achacan el retraso a problemas burocráticos. Sin embargo, muchos ciudadanos protestan por la lentitud de llevar a la práctica una iniciativa popular que se fraguó en el sentir de la gente. “Esto es un ejemplo más de la desidia del actual Gobierno, porque solicitó la unanimidad en la toma de decisión para homenajear a un cántabro ilustre y ya es la tercera vez que preguntamos por qué no se ha cambiado todavía”, comenta el diputado socialista Juan Guimerans.
Esperemos que este sea el último retraso que se produce y que Seve tenga, por fin, el reconocimiento que se merece.