Poco ha tardado el Congressional Country Club en romper negociaciones con el diseñador de campos Keith Foster después de que éste se declarara culpable de los cargos interpuestos por la fiscalía por el traslado ilegal de artículos realizados con especies en peligro de extinción. En concreto, se le imputan a Foster unos negocios por valor de entre un cuarto y medio millón de dólares, cantidad que da buena cuenta de la gravedad de los hechos y que ha provocado que el complejo no haya dudado en rescindirle el contrato de manera fulminante.
El presidente del Congressional Country Club, Bev Lane, envió una carta este pasado sábado a los miembros del Club anunciando que la Junta había decidido terminar la relación contractual con Foster y que desde este momento se encontraban en predisposición de buscar un reemplazo para seguir adelante con los trabajos de renovación que se están llevando a cabo en el Blue Course y que se esperaba que estuviesen listos para otoño de 2019.
En esta misiva Lane declaró que no había tenido conocimiento de los problemas legales de Foster hasta hacía unos días. Y es que, además de su trabajo como diseñador de campos, Foster era propietario de un negocio familiar de antigüedades en Virginia que se especializaba en la venta de mercancías de origen extranjero, parte de los cuales incluía productos de origen animal que se realizaba con especies en peligro de extinción como cocodrilos, tortugas marinas o peces sierra.
Foster había sido contratado por el complejo hacía unos meses para ayudar a supervisar una reconstrucción del diseño inicial elaborado por Devereux Emmett en 1924 con motivo de las futuras pruebas que albergará el campo con el auspicio del PGA de América –esto incluye la Ryder Cup de 2036, el PGA Championship de 2031, o el KPMG Women PGA Championship de 2022 y 2027-. Aunque no ha sido la única mala noticia para el diseñador pues Olympia Fields, que también había confiado en él para su reforma, ha cortado los lazos que les unían.