Alguna vez hemos estado hablando de este extraño deporte que combina la práctica del fútbol y la del golf. Aunque desconocemos qué es más raro, si el juego en sí o que tantas personas estén enganchadas al mismo tiempo.
Básicamente, el juego se desarrolla dentro de un campo de golf con agujeros agrandados y sólo se puede patear el balón para hacerlo llegar a dichos orificios. ¿Que cómo se lleva el marcador? De la misma manera que lo hacemos tradicionalmente: cada disparo es un golpe y consigue vencer el jugador que haya necesitado menos tiros para completar el recorrido.
“Estamos luchando para captar a las nuevas generaciones”, afirma Mike Woods, director de la PGA en Sacramento. “Sigue siendo un público que se interesa más por el fútbol, pero estamos intentando atraer su atención para que conozcan más a fondo el golf”.
Aunque al principio definió esta práctica como un poco tonta, Woods tuvo que rendirse a la evidencia. El FootGolf se convirtió a partir de 2013 en todo un fenómeno en la ciudad californiana. Fue por esto que el directivo norteamericano añadió el campo de Haggin Oaks a la lista de sedes de FootGolf del país.
Durante el primer año de funcionamiento, en Haggin Oaks se llevaron a cabo 9120 partidas, un número que se ha mantenido constante en 2014 a pesar de la apertura de ocho campos más en las proximidades. Y no solo en popularidad ganó este campo. Solo el FootGolf dejó en las arcas de este complejo un total de 186.000 dólares. Y es que la comparativa inversión-beneficio es clara. Tan solo se necesitan cinco mil dólares para adaptar un campo de golf cualquiera a las especificaciones requeridas.
Estamos ante un juego que combina la tranquilidad y el contacto con la naturaleza del golf con el deporte más internacional del mundo. Además, está la posibilidad de poder celebrar los putts como lo haría su futbolista preferido al conseguir un gol. ¡Y de momento genera beneficios! Pues parece que no es una idea tan tonta después de todo.