El golf es muy duro y, en ocasiones, nos depara sorpresas que podría llevarnos a la locura si nos dejamos llevar. Por suerte, el comportamiento de los jugadores la mayoría de las ocasiones es fantástico y no toman el camino de la ira, porque si no… Lo sucedido ayer al estadounidense Steve Wheatcroft es de esas cosas que le perseguirían a uno durante meses por lo dramático del acontecimiento. Y no es para menos.
El jugador de Indiana llegaba al tee del hoyo 16 con -12 empatado en la primera posición con el colombiano Jhony Vegas lo que le daba, prácticamente, el PlayOff de desempate al tener que enfrentarse todavía a los dos pares 5 en los que más birdies se habían hecho de todo el torneo y al par 4 del 17, donde muchos golfistas estaban sacando algo más que el par. Sin embargo, estos tres últimos hoyos se tornaron en un infierno para el norteamericano, que hasta ese momento llegaba con un resultado de -5 sin fallos en el día.
El 16 ya le dio problemas, al enviar con el approach la bola al bunker y tenerse que conformar con el par. Misma situación que en el 17, pero aquí su error sí que tuvo penalización en forma de bogey. Pero lo más duro estaba a punto de suceder, y casualmente también tuvo al bunker como protagonista.
Wheatcroft necesitaba el eagle para ganar o el birdie para jugar el desempate. Y entonces sucedió algo que le llevó casi a las lágrimas. En el golpe más importante de toda su carrera –hay que recordar que este golfista todavía no ha conseguido ganar en el circuito-, el deportista de 38 años conectó muy mal con la bola y desde la arena la mandó al agua. Su cara era todo un poema. Nunca es fácil ser testigos de una situación como ésta. La dureza del golf en estado puro.
Golf is hard (and heartbreaking).
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— PGA TOUR (@PGATOUR) 24 de julio de 2016